sábado, 20 de noviembre de 2010


En 1911, gracias a Bingham, el mundo descubrió Machu Picchu.

100 años después, todavía falta que la descubran los peruanos.

Harry Orsos


El "descubrimiento"

En la Cordillera Central de los Andes peruanos, en el valle del río Urubamba y en tierras que pertenecían al hacendado Mariano Ignacio Ferro, el 24 de Julio de 1911, el campesino Melchor Arteaga le indicó al sargento de policía Carrasco que en lo alto de la "montaña vieja" habían ruinas. Carrasco tradujo la información al profesor estadounidense Hiram Bingham, y con la guía del niño Pablito Álvarez, el grupo subió hasta la olvidada ciudadela que el mundo desde entonces conoce como “Machu Picchu”. En una de las piedras encontraron una inscripción: Agustin Lizárraga, Gabino Sánchez y Enrique Palma habían estado allí el 14 de Julio de 1901. (Diversos testimonios, por otro lado, sugieren que incluso antes otros exploradores como el francés Charles Wiener, el alemán Augusto Berns, el inglés Thomas Payne y otros se habrían topado -en mayor o menor medida- con ella.)

Actores de reparto

Es una inquietante paradoja que, siendo Machu Picchu uno de los más deslumbrantes productos del ingenio humano, los descendientes de sus formidables diseñadores y constructores hubiesen participado como simples comparsas en esta historia de éxito que tuvo a Bingham como indudable protagonista.

La diferencia entre los locales y el extranjero es que sólo éste contaba con el software que le permitía comprender el valor de lo que el destino había puesto en frente de sí y maximizar los beneficios en su favor. Un siglo después, un mayor porcentaje de peruanos está equipado con los recursos intelectuales necesarios para revertir esta asimetría y capitalizar las ventajas que un activo tan importante como el que nuestro patrimonio cultural potencialmente representa; el éxito de Gastón Acurio y otros como él lo demuestra.

Pero una golondrina tampoco hace verano, y los demás peruanos no hemos demostrado todavía una voluntad comparable de asumir un rol más activo en relación con el legado de nuestros ancestros; han sido emprendedores fuera de nuestras fronteras los que -sin siquiera pedirnos permiso- han salido al mundo a venderles…el Perú. Su lema es el que tan bien ha sintetizado Jack Ma: “si no me lo vendes tú, te lo vendo yo”.

Que las oportunidades las aprovechen otros

En la gestación de los múltiples documentales que sobre el Perú son propalados en todo el mundo cada año, los peruanos capaces de producir audiovisuales han estado conspicuamente ausentes; consecuentemente, en la mayoría de estos reportajes los entrevistados suelen ser catedráticos de prestigiosas universidades extranjeras. Sólo cuando es necesario filmar en locaciones en territorio peruano son reclutados los guías -herederos de Melchor Arteaga, el sargento Carrasco y el niño Pablito Álvarez- cuya presencia confiere a las imágenes “un pintoresco colorido local”.

Este libro también incluye un capítulo dedicado a las civilizaciones del Antiguo Perú...que tampoco fue desarrollado por peruanos. La imagen que la universidad peruana que auspició la publicación en nuestro medio de la colección de la que este tomo forma parte termina promoviendo de sí misma no es la de un espacio en el que se crea conocimiento, sino que la cultura es un bien que se importa...incluso cuando su objeto de estudio es nuestro propio país.

El lanzamiento de una película animada ambientada en el imperio incaico, poblada por los más entrañables y pintorescos personajes -de modo que el merchandising correspondiente pueda ser adquirido en locales de comida rápida y tiendas por departamentos- es una iniciativa que no necesitábamos ceder a terceros.

Nada menos que “Cuzco” se llamó el emperador “inca” al que un hechizo transforma en una llama parlante en una comedia animada producida por los estudios Disney, y nada menos que Sting compuso las –infaltables- canciones;

durante las semanas en que la película fue exhibida en cines –a nivel mundial- la demanda por los muñecos estuvo a la altura de las expectativas,

y el DVD y el videojuego -disponibles en todos los idiomas- continúan generando regalías.

Si hubiera alcanzado un éxito por encima del promedio, la versión musical se habría estrenado en Broadway, y en sus parques temáticos ya se habría agregado un paseo por la versión Disney del Tawantinsuyo; probablemente consistiría en navegar el Urubamba y -luego de atravesar unos rápidos- terminaría en un gran chapuzón.

Ya estábamos advertidos: “El que pestañea, pierde.”

Sin embargo, volvimos a quedarnos inmóviles cuando Machu Picchu fue proclamada una de las “7 Nuevas Maravillas del Mundo”. La iniciativa tampoco había sido nuestra, pero los peruanos la secundaron entusiastamente y su apoyo contribuyó a consagrar el sobradamente merecido reconocimiento. Entre los que reaccionaron inmediatamente y cogieron la oportunidad lanzando toda clase de productos alusivos no estaban los emprendedores peruanos:

- una empresa canadiense puso en el mercado global una serie de rompecabezas de estas grandes obras de la humanidad. Es muy difícil que un extranjero advierta que la foto de Machu Picchu presenta un pequeño problema, pero la mayoría de peruanos que ha tenido oportunidad de observarla -puesto que también se vende en el Perú- tampoco se da cuenta de que hay algo raro. (El INC no ha reclamado para que el producto sea retirado del mercado hasta que la imagen -invertida como en un espejo- sea corregida.)

- entre los souvenirs que se ofrecen en el Aeropuerto de Lima, los turistas que nos visitan pueden escoger unas sencillas bolsas de tela estampadas con la imagen de Machu Picchu y un texto en inglés “Wonder of the World”.

Estas confecciones podrían, como el monumento que representan, ser fruto del ingenio y las manos peruanas, pero -¡a pesar de un largo viaje a través del Océano Pacífico!- la India resultó ser un proveedor más competitivo. Y los magnetos personalizados -con nombres que suenan bastante extranjeros, ya que a los turistas se dirigen- son “Made in China”.

Debemos sacarnos el sombrero ante la audacia de unos y otros; un poco más y venden “pisco” fabricado en otras latitudes.

El marcador en contra...aumenta

La Maravilla con la que el mundo entero identifica al Perú ha sido, también, escenario de aventuras de personajes tan populares de las historietas y los dibujos animados como Superman,

los Simpson

o South Park.

Esta sería una ingeniosa forma de publicidad que "pone de moda el Perú" y "contribuye a atraer turistas"...si la imagen que muestran del Perú y los peruanos no fuese tan desfavorable . (De hecho, Superman no viene a conocer Machu Picchu, sino a enfrentar a un archivillano: en el fragor del combate la ciudadela queda...en escombros.)

Aunque Indiana Jones se inspira en Hiram Bingham, es recién en su cuarta y última entrega que su búsqueda de alguna legendaria reliquia arqueológica lo trae al Perú, presentado como un país de fábula, tan exótico y misterioso…que su geografía y cultura dejan atónitos a quienes conocemos el verdadero Perú.

(Al final, la alta cultura que alcanzaron los antiguos peruanos se debía a la presencia de extraterrestres.)

Por si fuera poco: un autogol

Uno de los productos más estrafalarios generados por la globalización de Machu Picchu han sido unos cuadros recientemente aparecidos en los mercados de artesanías para turistas

que, al ser rotados 90 grados revelan la inesperada presencia de un rostro humano en lo que a primera vista es una típica imagen del archifamoso paisaje que forman la ciudadela y los picos que la rodean.

A muchos les sorprende que algo tan evidente hubiese pasado inadvertido, pero no existe realmente un ángulo ni condiciones de iluminación en algún momento en particular desde el que se vea el supuesto inca. Se trata de una fotografía en la que las alturas han sido alteradas y algunas sombras reubicadas digitalmente para que se acerquen al perfil de una persona.

Una vez colocado en internet, lo que era un inofensivo divertimento ha terminado infectando el mundo real. (Su anónimo creador se debe estar muriendo de la risa.) El derecho a un alto grado de “autenticidad” que da por descontado el turista que compra en el Perú un cuadro que representa Machu Picchu, pintado por manos peruanas, se encuentra defraudado por la falta de escrúpulos de quienes comercializan este desaguisado. (¿Deberían las autoridades competentes en temas de cultura y turismo controlar el uso abusivo de la imagen de Machu Picchu?)

Volteando el partido

Unos pocos compatriotas han logrado “capitalizar las ventajas que un activo tan importante como el que nuestro patrimonio cultural potencialmente representa”, y otros lo están intentando.

  • Machu Picchu: the videogame

Renzo Sánchez, fundador de la compañía Artigames, dice en el suplemento “Mi Empresa” de “El Comercio”: “Si tuviera un millón de dólares terminaría de hacer el (video) juego (en 3D, ambientado) en Machu Picchu que he creado”; él mismo reconoce, sin embargo, que los videojuegos más sencillos en 2D como los “juegos en iPhone que la gente descarga” “son rentables y fáciles de hacer”.

  • La Carta de Machu Picchu

Las ilusiones que, en favor de una arquitectura y un urbanismo “modernos” fueron postuladas en la Carta de Atenas de 1933, habían sido puestas en práctica con decepcionantes resultados; estimando que era urgente revisar y actualizar un documento de tanta trascendencia, el arquitecto Manuel Úngaro, catedrático de la Universidad Nacional Federico Villarreal, se atrevió en 1977 a convocar a los más lúcidos y visionarios practicantes de estas disciplinas del mundo para redactar una nueva Carta de alcance global: dado que se firmaría en un lugar tan idóneo y potente como Machu Picchu, virtualmente todos los invitados se presentaron -con su propio peculio- a aportar sus ideas. (Esta brillante iniciativa fue premiada por la Unión Internacional de Arquitectos con el premio Jean Tschumi.)

El Centenario Perfecto

Si el “Cebiche Perfecto” ha sido definido por Gastón Acurio como aquel en el que todos los miembros de la cadena productiva se benefician, de la creatividad y la voluntad de los peruanos pensantes depende que ésta sea una celebración intrascendente que pase sin dejar nada de mayor valor…o un Centenario Perfecto, con oportunidades para todos los peruanos.




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